La danza del vientre es una danza milenaria. Tiene su origen en Egipto, donde se bailaba en los templos, como parte del culto a la fertilidad (tanto de hombres y mujeres como de la tierra) y la adoración a los dioses.
Esta danza combina elementos de diferentes países del Medio Oriente y Norte de África. La danza oriental, también llamada danza del vientre forma parte de la cultura de la mayoría de los países árabes, aunque tiene su máximo auge en Egipto, Líbano y Turquía.
Esta daza exótica conocida por bailarse en los harense de los sultanes, tiene un gran poder en cuanto a la unidad del cuerpo y el espíritu.
El movimiento en esta danza fluye continúo y sinuoso como fluyen las cosas en la naturaleza. La danza del vientre está basada en la idea de continuidad y fluidez, por esto predominan los movimientos suaves y ondulatorios, combinados con vibraciones cortas y rápidas o grandes y marcadas.
Se basa en la disociación del cuerpo, aprendiendo a aislar las distintas partes del cuerpo para crear diferentes movimientos figuras y ritmos, que más tarde pueden ser combinados para construir diversas composiciones.
Es un baile en el que participa todo el cuerpo, aunque la mayor parte del movimiento se localiza en las caderas, los músculos abdominales y la pelvis.
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Además, la danza tiene una doble función, por una parte nos invade de endorfinas el cerebro y aumenta la dopamina, por lo que obtenemos más relajación natural, y por otra nos hace vencer la inercia de permanecer sin hacer nada.
Por eso, no importa si nuestras alumnas llegan por placer, terapia, perfeccionamiento, o actividad física, ya que mediante esta danza se consigue un perfecto equilibrio entre el cuerpo y la mente.